:Para muchos niños y niñas, el jardín infantil es el primer espacio fuera del contexto familiar al que se enfrentan. Puede ser que por primera vez se separen de sus padres o figuras significativas durante varias horas, o que esta sea el primer lugar en el que están rodeados de tantos otros niños de su edad. Puede ser incluso que sea la primera vez que salen tanto tiempo de su casa (sobre todo considerando el contexto de pandemia). Eso sí, lo que tenemos claro, es que la primera vez en el jardín infantil es un gran cambio en su rutina, es salir de su zona de confort, es aventurarse a muchas cosas nuevas (personas, lugares, juguetes) y, por lo mismo, puede ser un desencadenante de diferentes estados emocionales como incertidumbre, emoción, nerviosismo, miedos, ansiedad, entre muchos otros.
Debido a su edad y la etapa de desarrollo en la que se encuentran, es posible que expresen estos estados emocionales de diferentes maneras: llantos, pataletas, timidez, no querer separarse de la mamá o el papá cuando los vayan a dejar, etc. También puede haber síntomas físicos como dolor de guata o de cabeza, alteración en la alimentación o el sueño. Todas estas reacciones pueden presentarse, pero suelen disminuir luego de algunos días o semanas, en la medida que la rutina se va haciendo más habitual para ellos y se van sintiendo más seguros.
Estos miedos surgen porque su nivel de desarrollo no les permite entender inmediatamente que la separación es por solo algunas horas y que luego de la jornada volverán a su casa. Puede aparecer también un sentimiento ambivalente, de querer jugar con otros niños y niñas, pero también temor de separarse de sus papás; querer y no querer quedarse en el jardín.
No podemos olvidar que es una etapa crucial, un proceso inevitable y sumamente necesario; es la oportunidad para que se vayan adaptando naturalmente a los múltiples espacios sociales que deberán enfrentar a lo largo de su desarrollo. Si bien cada niño y niña es diferente y vivirá esta experiencia de manera única, lo que significa que no siempre podremos predecir con exactitud la manera en la que se desenvolverán en este periodo, como padres sí podemos ayudarlos a que su proceso de adaptación y esta experiencia sea lo más positiva y enriquecedora posible.
Tips o estrategias que pueden favorecer la adaptación en la primera vez en el jardín infantil:
Anticípale lo que va a pasar: con tiempo háblale sobre el tema, en diferentes momentos del día cuéntale lo que va a cambiar, porqué va a ir al jardín, qué va a hacer, qué va a encontrar, cuánto tiempo estará, con quién, etc. El objetivo es familiarizarlo con la experiencia, con anticipación.
Adaptar horarios y rutinas paulatinamente: el objetivo es que no se provoque un cambio drástico, sino que de a poco pueda ir habituándose a la nueva rutina. También es importante propiciar un ambiente tranquilo y seguro, que el niño o niña vea a los padres calmados y confiados, especialmente al acercase la fecha de inicio.
Llévalo a conocer el lugar: ojalá antes del primer día mostrarle cuál es el camino, la fachada y, si es posible, el patio, la sala e incluso las tías o quienes trabajen ahí. La idea es que pueda vivir contigo el primer contacto con el jardín, ya que lo desconocido puede generar miedo e inquietud, sin embargo, esto puede disminuir o desaparecer si eres tú quien se lo presenta.
Ofrécele llevar un objeto de transición: si lo ves con mucho nervio o temor, y el jardín lo permite, invítalo a escoger un juguete, peluche o su tuto, para que así no eche tanto de menos y se pueda sentir más seguro y tranquilo.
Y lo que no puede faltar:
Escucha y aclara sus dudas, miedos y fantasías: instala un espacio para escuchar a tu hijo/a, dedicado a que te cuente sus pensamientos respecto al tema, e intenta responder de manera más sincera, clara y positiva posible. Este es el espacio para que te cuente de su día, de lo que hizo, lo que le gustó y lo que no. Asegúrate de que siente la confianza para hablar.
Hablen sobre las emociones: Es muy importante que niños y niñas encuentren espacios para expresar sus emociones, independiente de cómo se manifiesten en un principio (llanto, pataleta, oposicionismo, silencios, etc.) y es nuestra misión como padres propiciar ese espacio. Pregúntale cómo se siente (antes, durante y después) y valida lo que está sintiendo. Contenlo/a, enséñale cómo lo puede decir, muéstrale cómo lo puede expresar. Somos los adultos los encargados de entregarles las herramientas necesarias para un adecuado desarrollo emocional y es, a través del diálogo y el modelaje, la mejor forma para hacerlo.
Y por último… no desesperar si no es tan fácil al principio! Cada niño y niña tiene su propio ritmo y necesita de su propio tiempo para adaptarse.
Ps. Francisca Fernández
Psicóloga
Estudié psicología en la Universidad Diego Portales, realicé un diplomado en Neuropsicología Infantil de la Universidad Católica y un magíster en Neuropsicología Clínica en la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla. Tengo experiencia en el área educacional y en sicología infantil.